Estos caramelos me recuerdan los porotitos que mi mamá me compraba cuando chica… Una dosis de recuerdos.
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Fue en Venecia. Caminábamos por una de sus tantas calles estrechas, cuando vi que en una barra-cafetería pintaban vasos tamaño expreso con pasta de avellana.
En días feos, me dan ganas de comer algo más contundente y calientito. Fui por unas de pino y terminé comiendo carne.